9.8.06

Quisiera encontrar la verdad de las cosas en el lunar que se encuentra enseguida del ombligo de una mujer. O en las maneras como cada caricia es la inscripción efímera que de la piel pasa a la voz que pregunta "¿por qué ahí, por qué la caricia ahí? ¿por qué los labios reposan ahí?" Quisiera encontrar la verdad en el color de pintura en las uñas de los pies, o quizás en un suspiro, o en los patrones débiles que dejan como marca los panties en sus caderas, las marcas de rímel en el hombro de la camisa blanca, la mordida en el cuello: huellas que nos hablan de la verdad. Quisiera encontrar la verdad en la manera como los cuerpos se entrelazan, disponen en la confusión de las piernas y los brazos y el aliento compartido y las miradas pasajeras y el recorrer de los dedos la naturaleza incierta, confusa, de la verdad. Me he encontrado con la verdad en distintas ocasiones. Por lo regular, sucede a las tres de la mañana. Las luces de los autos bailan alrededor de la recámara, se filtran por las persianas, ascienden como gigantes perdidos momentáneamente en la noche. De pronto ella, de pronto él, de pronto todo. De pronto. . .no hay absolutamente nada qué decir. Y esa es la verdad.